El Megano Por Jorge Lino Beltran

El Megano Por Jorge L. Beltran
Yo nací en El Mégano, un poco antes de la llegada de la electricidad y el agua por tuberías. Un pueblito en la costa Sur de la provincia de Las Villas, Cuba. Pueblo pobre y humilde, alejado del bullicio y de la fanfarria, donde no llegaba el tren, donde no existía el colesterol ni la hipertensión sanguinea. Donde la droga mas fuerte que se conocía era el cocimiento de tilo, donde la honradez, la paz y la tranquilidad - entre otras virtudes, era como La Ley de la Tierra: Algo así como una segunda versión, moderna y mejorade de El Jardín del Edén, construido especialmente para nosotros Los Meganeros.
No teniamos el Tigris y el Eufrates, como en la Mesopotamia; pero si teniamos al fondo, un bello manglar, y la plácida y refrescante Laguna de las Delicias. A la izquierda teniamos la desembocadura de El Río Zaza, uno de los mas caudalosos de Cuba, pintoresco y exuberante, regalándonos su torrente de agua salobre. Al frente. . .el poderoso e imponente Mar Caribe, con sus olas pujantes y encrespadas, como inequívoco recordatorio de la magestuosidad de su creador: Impresionante maravilla de ingeniería divina.
De haber tenido voluntad propia, yo estoy seguro que Adán habría escogido nacer en El Mégano, y casarse con una Meganera, que ya estaban hasta hechas y todo, sin tener que dar a cambio una de sus costillas. Y por cierto í Bién lindas que eran !
Han pasado por mi los años, con su inexorable efecto, he visto el asombroso advenimiento de la tecnología, incontables adelantos y montones de eventualidades y vivencias; pero aquel recuerdo vive temerariamente agarrado en un rincón de mi memoria negándose a perecer: Como el jirón de una camisa rota enganchado en el alambre de la cerca, que por mas que sople el vendaval, no puede desprenderlo.
Por eso, de vez en cuando por las noches cuando todo está en calma, me monto en mi imaginaria "Maquina del Tiempo" y regreso a mi pueblito, allá en los primeros años de mi niñez. y allí, ajeno a toda preocupación, feliz y contento, me divierto como en aquellos tiempos por horas y horas empinando barriletes, bailando trompos y corriendo bajo el aguacero. Ya, al final del dia, agotado por las actividades, llego a mi casa-donde nací. Y allí me espera mi madre como siempre para prodigarme una vez más aquella mezcla extraña que ella sabía hacer de arrullos y regaños, mientras me enfriaba el café o me desenredaba el hilo del papalote.
Siento que me tocan en el homrbo, me vuelvo, y es la implacable "Señora Realidad" indicándome que ya debemos retornar. Le obedezco; pero le pido que me conceda unos minutos. . .Voy y me paro en la orilla del mar, y miro al Sur, hacia la distancia que parece infinita. Respiro lenta y profundamente, como para llenarme de ese aire inconfundible. Quiero regresar con los pulmones llenos del aire mas puro del universo, propio de allí, de mi Paraiso Terrenal: El Mégano. . .jb